La “prensa actual” parece que ha leído mucho a don Pedro Salinas, concretamente La voz a ti debida, y ha hecho hincapié, para juzgar a nuestros presuntos atletas dopados, en los versos: “Yo no necesito tiempo/ para saber cómo eres”. Lo digo porque me duele ver, a todas horas, en la televisión, escuchar en la radio, leer en los diarios… que quiénes un día fueron héroes y espejos patrios, no son hoy más que una panda de criminales o una junta de los más bajos delincuentes.
Parece, como si de un plumazo, se hubiera olvidado esa ley a la que tanto nos hemos aferrado cuando el enjuiciado era un banquero, un político o incluso un etarra. Me refiero al Artículo 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Presunción de inocencia, y que no viene mal recordar: “Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en un juicio público en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias a su defensa.” Es desconcertante salir de casa y escuchar en las peluquerías, en los bares, en los descansos de oficina… a la gente repitiendo como loros lo que acaban de escuchar en los medios de comunicación, atreviéndose incluso a dictar sus mismas sentencias: “Que le quiten los trofeos a tal”, “Que le hagan devolver las becas a cual”, “Que metan en la cárcel a fulanita”, “Que le quiten el puesto a menganita”.
Creo que es momento de reflexionar y preguntarnos si verdaderamente el asunto es tan grave, si por haberse metido ciertas sustancias en el organismo merecen la cárcel (la misma que se les niega a los grandes traficantes de droga o asesinos), o si es justo aplicarle los calificativos de criminales y delincuentes por haber sido capaz de correr los dos mil metros en un segundo menos o haber saltado un centímetro de más.
Lo real, lo que se palpa, es que los olímpicos huelen a chamusquina, que las llamas del incendio han sido encendidas por unos mass media erguidos en Zeus justiciero, y que el pueblo, empujado por ellos, lapida a los héroes a los que en otro tiempo recibió con palmas y festejos de generales romanos. Quizás haya llegado el momento de levantar las cartas, sacar los ases bajo la manga, y darse cuenta que el deporte hace mucho tiempo que cobró una nueva dimensión, la del negocio.
Sólo me queda, en esta tarde soleada, apurarme el café, mirarles las piernas a las chicas que hacen footing dopadas de tristeza por el campus, y solidarizarme con los atletas, a través de estos nuevos versos de Pedro Salinas:
“El que te busque en la vida
que estás viviendo, no sabe
mas que alusiones de ti”.
P.S.: Vale, que han robado el oro. Pero sus medallas no eran de guerra
Publicaco originalmente por P. J. Moriche en http://digitalextremadura.com/
me gusta mucho tu blog!! :)
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