Juan se marchó de su casa de Callao, con la excusa de que iba a por tabaco, un 25 de diciembre. Su mujer le dijo que se diera prisa porque las lentejas ya casi estaban.
Ocho años después, arruinado, repudiado y sin saber a dónde ir, decidió volver de nuevo a su casa. Lo que más le extrañó es que su mujer le abriera la puerta como si nada, y le dijera que se tenía que haber dado más prisa en ir a por el tabaco porque quizás las lentejas estaban ya casi frías. Juan se sorprendió y se sentó a la mesa. Horas más tarde, se percató de que su mujer le decía aquella misma letanía a todo el mundo que llamaba a su puerta.
me gusta tu blog. te sigo. =)
ResponderEliminarpor si quieres pasarte:
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Estremecedor, sin más.
ResponderEliminarEs extraño...
ResponderEliminarPero me gusta!
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Te sigo!
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