(Cuadro de S. Dalí, 1938. El momento sublime)
Abrí la guía telefónica al azar y me enamoré del primer nombre de mujer que intuí. Llamé al número. Momento sublime: contestó una voz de mujer. Le conté mi historia. Me puso de loco. Pero no desistí. Averigüé el domicilio, la espié y me di cuenta de que era hermosísima. La rondé varios días, y a las dos semanas me mudé a vivir a su bloque. Al día siguiente me presenté en su casa con la excusa de las llaves del cajetín del teléfono. Nos hicimos amigos, luego novios, y hoy yo escribo esta historia mientras mi hijo busca un número de mujer en la guía. Y así vamos ya seis generaciones. La guía telefónica es más segura que las discotecas. Y más romántica.
De Cuentos de caballete, 2010.
Qué escueta y cuánto dice, aunque parece un poco obsesivo ese hombre..
ResponderEliminarAsombroso, pero posible. ¿Por qué no?
ResponderEliminarPodría ser posible. Lo mismo hasta es verdad. jejee
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