–Ahora cuando te levantes haces la cama, friegas los platos, barres la casa, riegas el patio, y si te sobra tiempo me podas los rosales –dijo ella mientras se arreglaba después del amoroso combate y se preparaba para marcharse.
–De acuerdo– dijo él, casi dormido aún, desde el lecho.
–¡Ah!, y no se te olvide sacar la basura –concluyó mientras salía de la casa, murmurando una frase que años más tarde él haría suya: “vini, vidi, vinci”.
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