Castigo de la palabras

Bienvenidos al Castigo de la palabras, Blog personal de Pedro J. Moriche Hermoso

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martes, 29 de junio de 2010

El séptimo sello, Ingmar Bergman (1957)

Muchos ríos de tinta ha vertido la que suele considerarse como la obra magna de Ingmar Bergman, y son pocos los que se atreven a ponerle "peros" a esta cinta. Sin embargo, yo le voy a poner algunos.

La historia comienza con el regreso de las Cruzadas del caballero Antonio y su escudero Juan. Vuelven después de 10 años de luchas. De pronto, se dan cuenta de que nada ha tenido sentido, de que el Dios en el que han creído y por el que han luchado es tan sólo una entelequia. Para mayor agravio, a Juan viene a reclamarlo la muerte y comienzan a jugar al ajedrez para decidir si lo deja o se lo lleva. De inicio ya nos encontramos con una película que promete profundidad. Y el tema a mí me apasiona.

Empero, cualquiera que tenga las cuatro lecturas fundamentales de filosofía no se va a sorprender por la temática del film, ni por su aparente hondura. Basta decir que por ejemplo desde San Agustín hasta Unamuno venimos encontrando la misma idea y la misma búsqueda de Dios a través de la razón. El tema por tanto, es quizás poco ingenioso, tópico y se presta de por sí a lo profundo y a la reflexión.

Tampoco encontramos nada nuevo o sorprendente en el planteamiento del guión. La muerte que viene a la búsqueda de un individuo y le da un tiempo de prórroga se repite hasta la saciedad en los romanceros y en los cuentos populares de la Edad Media. En el cine también encontramos muchos ejemplos, como Las tres luces de Lang, filmada a inicios de los años 20.

La historia continúa con la presentación de un trío cómico, encarnado por un visionario, una esposa fiel y un cómico mujeriego. El caballero y su escudero no tardarán en unirse a ellos para atravesar juntos los peligros del bosque, tópico fundamental de la Edad Media. Y digo que es un tópico de la Edad Media porque el film está hecho a base de tópicos más o menos superficiales, o que se tratan superficialmente: la peste, los predicadores, las procesiones de mártires, la brujería, el fanatismo de la fe, la superchería, el miedo a la muerte…

No obstante, aunque sea muy tópica, la puesta en escena creo que es bastante acertada. Recoge muchos ambientes que logran meterte de lleno en la cinta y que a su vez sirven como refuerzos semánticos del tema que se está tratando. No tiene porque ser la cinta una lección de historia, aunque es obvio que la Edad Media no sólo era la brutalidad que vemos en la mayor parte de la película, sino que había mil cosas más y también alegrías.

El reparto de actores es bastante bueno, destacado Max Von Sydow y Björnstrand. Digamos que es una película con varios personajes fuertes que atrapan rápido al espectador. Los personajes tipo se suceden a lo largo del relato, así encontramos: el caballero de la duda, el de la razón, el visionario, la mujer pura, la mujer impura, el vividor, el bobo cornudo, el ladrón renegado, la mujer fiel que espera al marido que se fue a la guerra, la mujer que acepta y no reniega… Destacan también los nombres parlantes, como por ejemplo María y José (tendrá visiones), que aludiendo a la tradición bíblica serán los únicos que se salven cuando huyen con su hijo pequeño.

No podemos dejar de señalar el gran uso de la fotografía en blanco y negro de la mano de Gunnar Fischer, con escenas de gran valía artística como la del confesionario o el plano final de la Danza de la muerte. La música está a la altura, aunque no destaca por sí sola. En cuanto al montaje podríamos poner varios “peros”, sobre todo los que se desprenden de la secuencia del bosque, donde los fallos de raccord de luz son constantes, notándose en demasía las costuras de composición, y retrocediendo el tiempo de más oscuridad a menos, cuando debería por lógica ser al revés. Sí, aunque hubiera tormenta.

Dijimos anteriormente que la historia en sí es poco intrigante, pero se sustenta y cobra gran dinamismo y fuerza por la existencia de varias subtramas, que con un ritmo lento, nos van poco a poco golpeando con una agilidad de diálogos sobre la fe que se nos van clavando como alfileres de vudú, aunque ya los tengamos más que trillados. Esa es la magia del cine. Y de Bergman.

Como punto y final podríamos resumir diciendo que nos hallamos ante una película que es ya un hito de la historia del cine, cosa que ha conseguido por la buena armonización de los tópicos (no puedo dejar de pensar en Huizinga cada vez que la veo), por la profundidad del tema que trata (aunque la trama es floja), por los grandes diálogos, por la gran fotografía, por una creación soberbias de atmósferas y por las magníficas interpretaciones.

Y recordad: “El espíritu está pronto, pero la carne es débil”.

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